Como masajista, son muchas las personas que contactan conmigo y me preguntan sobre las indicaciones del masaje. Generalmente a los clientes les preocupa su estado de salud actual, bien sea por una lesión reciente, un dolor nuevo que les alarma o una patología cronificada en el tiempo que vuelve a manifestarse en su organismo. También hay cadavez más gente que entiende la importancia de acudir puntualmente al masaje y a revisiones con carácter preventivo, exactamente igual que hacemos (o deberíamos hacer) cuando visitamos a nuestro dentista de confianza. Como ibadiciendo, esta pregunta que me hacen es siempre la misma: «¿puedo darme un masaje?»
Conocida científicamente con el nombre de masoterapia, el masaje es una herramienta terapéutica muy segura y eficaz.
¿Cuáles son las contraindicaciones del masaje?
El masaje es una herramienta terapéutica muy segura y eficaz. Además, presenta cuantiosos beneficios probados para la salud física y mental de las personas que lo reciben. De hecho, se ha demostrado científicamente que es más positivo recibir un masaje que tomar un antiinflamatorio. Sin embargo, existen casos particulares en los que el masaje puede resultar contraproducente para la salud.
Existen 2 tipos de contraindicaciones, aquellas que son relativas (es decir, que dependen de la situación concreta decada persona) y las que son totales (aquellas que en caso de formar parte del diagnóstico o la historia clínica del paciente hacen del masaje una técnica peligrosa para su salud). Aunque tu masajista o fisioterapeuta siempre preguntará sobre tus antecedentes clínicos y patología actual, es fundamental recordarle cual es tu estado de saludantes de recibir el masaje. A continuación te cito las CONTRAINDICACIONES mas importantes:
- Durante un embarazo con anomalías, siempre consultar con el medico antes.
- En intervenciones quirúrgicas de menos de 6 meses, sin autorización del medico.
- Enfermedades infecciosas de la piel (hongos, lupus…) y otras no infecciosas generalizadas (por ejemplo la dermatitis alérgica), úlceras por decúbito y quemaduras.
- Enfermedades vasculares inflamatorias (por ejemplo, flebitis), inflamaciones de los ganglios linfáticos, debilidad vascular y retenciones circulatorias graves.
- Trombosis y embolia arterial, venas varicosas y en cardiopatías en general (como taquicardias e hipertensiónarterial).
- Inflamaciones agudas o patológicas con sintomatología típica: dolor, calor, rubor (enrojecimiento de la piel) e inflamación (aumento de volumen).
- Hematomas, hemorragias recientes, heridas sin cicatrizar, esguinces agudos, contusiones, edemas agudos y derrames articulares.
- Enfermedades agudas o en fase evolutiva, como estados febriles, náuseas, úlcera gástrica o úlcera duodenal.
- Enfermedades de tipo metabólico (como la gota).
- Fibrosis y enfermedades musculares degenerativas.
- Enfermedades reumáticas agudas.
- Enfermedades infecciosas o tumorales.
- Procesos inflamatorios de origen bacteriano.
- Problemas renales en fase aguda, cálculos de riñón, cálculos biliar.
- Rotura o desgarros de músculos, vainas, tendones, ligamentos.
- Traumatismos recientes y tratamientos quirúrgicos.
- Enfermedades del sistema nervioso: lesiones de las vías piramidales y compresión nerviosa.